El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH, o ADHD por su sigla en inglés) es un trastorno de la conducta que se caracteriza habitualmente por la presencia de tres síntomas básicos:
• Distractibilidad
• Impulsividad motriz y emocional
• Hiperactividad (hipermotilidad, hiperkinesia).
• Distractibilidad
• Impulsividad motriz y emocional
• Hiperactividad (hipermotilidad, hiperkinesia).
En un principio este cuadro fue atribuido a diversas causas, como secuelas de daños en el sistema nervioso central ("daño cerebral mínimo"), alteraciones de las funciones por factores alimenticios y/o metabólicos (disfunción cerebral), etc. Sin embargo, al observar su manifestación en familiares de la persona afectada se comenzó a pensar que su etiología debía tener su origen en un factor genético. Si bien aún se discute sobre su causa (etiología) primaria, es compartida la teoría de una base genética y un conjunto de factores desencadenantes.
Las manifestaciones de este trastorno pueden estar asociadas a trastornos del ánimo, depresión, trastornos de la conducta, del aprendizaje (como dislexias, disgrafías, discalculias) y del lenguaje, entre otros. Y muchas veces estos mismos trastornos pueden también observarse en familiares de la persona afectada.
Los primeros datos los proporcionan los familiares y las personas a cargo de la educación del niño (docentes, psicopedagogos, psicólogos), a través de hechos que observan en forma cotidiana. Pero el TDAH debe diagnosticarse mediante tests individualizados de capacidad y desempeño cognitivos y un examen médico-neurológico. Su frecuencia varía en los distintos grupos étnicos, pudiendo oscilar entre un 5 y un 10% de la población. Si bien incide sobre ambos sexos, predomina más en varones que en mujeres, sobre todo en sus manifestaciones de hiperactividad e impulsividad.
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